Más de una vez en la vida has sido puesto a prueba. ¿Verdad que sí? No cualquier tipo de pruebas, estoy hablando de las duras, esas que te sacan lágrimas de los ojos, en las que sientes que un hilo evita que caigas al abismo. Mira hacia atrás, a esa experiencia que te marcó profundamente. En el momento se sentía como lo peor del mundo, pero saliste vivo de esa. La superaste, no permitiste que acabará contigo.
¿Qué te hizo salir adelante? ¿Qué te hizo luchar un día más cuando sentías que ya no podías? Quizás fue una persona que estuvo a tu lado o te esperaba al final del camino. Quizás fueron tus sueños y ya habías sacrificado demasiado como para dar vuelta atrás. Quizás fuiste tú mismo y tus ganas de salir adelante.
Sea lo que sea, tuviste que hacer aquello para lo que no estabas preparado. El dolor te enseñó una gran lección. Te hizo aprender algo que no sabías, tuviste más fortaleza de la que imaginabas, apuntaste más alto y pudiste llegar. En esos momentos fuiste mejor de lo que habías sido antes. Fuiste mejor que ayer. ¿Ya te habías dado cuenta?