La semilla que no quería soltarse

semana 7, 21 de diciembre de 2024

En febrero se cumplen dos años desde mi marcha a España. En este tiempo hice amigos para toda la vida, viajes inolvidables y aprendizajes invaluables. De no haber sido por la valentía y el atrevimiento jamás habría ocurrido. En eso se inspira este cuento.

«Había una vez una semilla que creció en un árbol muy alto, junto con cientos de semillas. La primavera terminó, el verano pasó y el otoñó comenzó. Entonces el viento empezó a soplar con fuerza y muchas semillas se soltaron de las ramas para volar a lugares lejanos, caer y germinar en un árbol grande como en el que habían surgido. Pero nuestra semilla no se atrevía a soltarse. Tenía miedo del viento, de la altura y de los riesgos del mundo.

»El viento soplaba, llevándose hojas y semillas hasta donde el ojo no podía ver. Una a una, el resto de semillas se soltaron del árbol, hasta que esta quedó sola. El otoño llegó a su fin, dando paso al silencio del invierno. Y el miedo de la semilla por el mundo se convirtió en miedo a quedarse sola para siempre. Por fin decidió soltarse, pero el viento ya no soplaba y cayó a poca distancia del árbol. No era su lugar, pero le consolaba estar cerca de donde había surgido.
hombre en bosque
»El invierno transcurrió con lentitud. De no ser por estar resguardada entre las raíces del árbol, la semilla habría muerto por el frío. Por eso se sentía afortunada, a pesar de no haber hecho lo que le correspondía, como el resto de semillas que crecieron con ella y volaron cuando era momento.

»Día tras día, la primavera por fin llegó. El bosque floreció y la semilla germinó, como estaba destinada. Sin embargo, entre las raíces del árbol encontró muy poco sitió para extender sus propias raíces. También buscó los rayos del sol, pero a la sombra de un enorme árbol recibió muy pocos. El resultado fue que jamás creció como lo hicieron sus hermanas. Fue un árbol de un tronco muy débil y jamás tuvo la fuerza para hacer que de ella surgieran más semillas. Y pasó el resto de su vida arrepentida por no soltarse y volar cuando era momento.»
rayo de luz en bosque

Otro habría sido el destino de la semilla si no hubiera cedido al temor.

Abajo te pongo mis conclusiones desde mi experiencia.

Oportunidades

La vida se trata de las oportunidades que sí aprovechas y las que no. A lo largo de los años se presentan varias ocasiones y de muchas formas. Y son momentáneas, no estarán ahí para siempre. Si las aprovechas y te sale bien, obtienes una gran recompensa. Si no lo haces, se pierde y aunque vayas en busca de ella, puede que pierdas mucho y aun así no la recuperes. Si el viento sopla y te puede ayudar a volar muy lejos, como estás destinado a hacer, es el momento exacto para soltarse.

Protegidos bajo la sombra

Por lo menos hasta los dieciocho años estamos bajo el cobijo de nuestros padres. Este es nuestro lugar seguro en el mundo. Pero llega el momento en que uno debe marcharse de casa. El peligro de permanecer y echar raíces en donde hemos crecido es que podrías pasar la vida a la sombra de quien te protegió. Yo he viajado hasta otro continente para seguir mi propio camino. No es algo que tú también debas hacer, pero si el camino de tus padres no es el tuyo, necesitas tener valentía para cumplir tus sueños.

Tu destino

Mira, el mundo es un lugar peligroso, ¿de acuerdo? Cuando salgas un poco de casa te encontrarás a personas que se aprovecharán de ti y, cuando pase, no se sentirá bien. Pero es algo que tienes que pasar. No estás destinado a quedarte protegido en casa para siempre. Tienes que ir a lugares desconocidos y vivir tanto buenas como malas experiencias. Tu destino es moverte como pez en el agua en el mundo, aunque vayas a un lugar nuevo y desconocido. Solo de esa manera encontrarás el lugar donde echar raíces y crecer alto y fuerte como el árbol del que naciste.

Venga, valiente, mejor que ayer.

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