«Había una vez una semilla que creció en un árbol muy alto, junto con cientos de semillas. La primavera terminó, el verano pasó y el otoñó comenzó. Entonces el viento empezó a soplar con fuerza y muchas semillas se soltaron de las ramas para volar a lugares lejanos, caer y germinar en un árbol grande como en el que habían surgido. Pero nuestra semilla no se atrevía a soltarse. Tenía miedo del viento, de la altura y de los riesgos del mundo.
»El viento soplaba, llevándose hojas y semillas hasta donde el ojo no podía ver. Una a una, el resto de semillas se soltaron del árbol, hasta que esta quedó sola. El otoño llegó a su fin, dando paso al silencio del invierno. Y el miedo de la semilla por el mundo se convirtió en miedo a quedarse sola para siempre. Por fin decidió soltarse, pero el viento ya no soplaba y cayó a poca distancia del árbol. No era su lugar, pero le consolaba estar cerca de donde había surgido.