Marco Aurelio fue el hombre más poderoso del mundo. Gobernaba el imperio romano, el ejército y las decisiones que movían la historia. Pero también fue quien más peso cargó: guerras, epidemias, traiciones, la muerte de sus hijos.

A otros, ese poder los corrompió o los quebró. A él, lo fortaleció.

No se rindió al miedo ni al dolor ni a la tentación de huir. Siguió firme, justo y dueño de sí mismo. Mientras otros perdían la cabeza, él entrenaba la mente.

Eso fue lo que lo mantuvo firme cuando cualquier otro no habría podido.

El estoicismo fue su entrenamiento, lo que templó su mente y le dio fuerza cuando todo lo demás se derrumbaba.

Si Marco Aurelio pudo sostener un imperio sin perderse a sí mismo, ¿qué podrías lograr tú cuando entrenes la mente como lo hizo el emperador?